ECLIPSE

Entre los fenómenos naturales, los eclipses siempre han gozado de una gran popularidad entre la población. Entre las causas de dicha fascinación encontramos el oscurecimiento durante el día, la belleza en todo momento del fenómeno, y sobre todo, la escasa frecuencia con que se producen.

Lo más importante es recordar en todo momento que observar directamente un eclipse es tan perjudicial como mirar sin protección ocular al sol.

Durante la observación del eclipse, al haber menor luz ambiental, la pupila no se contrae y penetra más cantidad de luz, y como no molesta la mirada directa al sol, los ojos son capaces de permanecer tiempo mirando sin percatarnos de la cantidad de rayos que penetran produciéndose lesiones fotoquímicas. La luz del sol provoca daños en la retina aunque no se sientan molestias al mirar al sol.

Por ello existen varias recomendaciones para poder observar un eclipse sin riesgo, básicamente son:

  • Nunca debe observarse el sol directamente, ni con aparatos ni con instrumentos como telescopios o prismáticos, ni con filtros no homologados, ni con gafas de sol, ni a simple vista.
  • No utilizar filtros caseros no homologados como radiografías, negativos; ya que, o bien, no filtran todas las radiaciones en el factor requerido para no resultar perjudiciales, o bien, no filtran todo el intervalo de longitudes de onda al que fisiológicamente responde el ojo humano.
  • No observar nunca la imagen del sol reflejada en un espejo ni en el agua.
  • Se recomienda el uso de filtros homologados y conocidos como gafas de eclipse.

Aún a pesar del uso de dichas gafas de eclipse, la observación del eclipse ha de producirse durante periodos de tiempo inferiores a un minuto con intervalos de descanso de medio minuto.

No deje de presenciar este fenómeno tan espectacular pero hágalo con las precauciones necesarias para no sufrir daño alguno.

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