
Este vínculo entre el ejercicio físico y las posibilidades de sufrir cataratas se había plasmado en un estudio prospectivo previo, por lo que los investigadores buscaban comparar la efectividad de la actividad física moderada e intensa. Para ello, durante mas de seis años, realizaron un seguimiento de 32.610 corredores y 14.917 personas con el habito de caminar.
En el seguimiento, se confirmaron 733 casos de cataratas entre los corredores y 1.074 entre las personas que caminaban.
Cuando se ajustaron parámetros como el sexo, la raza, la edad, la educación, el tabaquismo y la ingesta de carne, fruta y alcohol, tanto caminar como correr se asociaron con un menor riesgo de cataratas sin que existieran diferencias significativas entre ambos grupos, ni entre hombres y mujeres