La escleritis es la inflamación de la esclerótica, la pared externa blanca del ojo. Más del 50% de los casos de escleritis está asociado con otra enfermedad que afecta todo el cuerpo, como la artritis reumatoide o está causada por una infección o lesión.
La escleritis ocurre más a menudo en personas entre los 30 y 60 años y es rara en los niños. Si no se trata, la condición puede diseminarse a las estructuras cercanas del ojo y podría dañar el ojo mismo y causar cambios en la visión.
Los principales síntomas de la escleritis son visión borrosa, sensibilidad y dolor ocular intensos, enrojecimiento como parches rojos que pueden volverse de color púrpura intenso, sensibilidad a la luz muy dolorosa y lagrimeo.
La escleritis no se puede prevenir, y según la causa, puede desaparecer bastante rápido una vez comenzado el tratamiento. El especialista suele no solo realizar un examen ocular exhaustivo sino que también suele complementarlo con un examen médico general, dada la asociación de la escleritis con otras enfermedades sistémicas.
El tratamiento suele consistir en colirios oftálmicos con corticoides que ayudan a reducir la inflamación, e incluso hay que añadir corticosteroides vía oral para proteger al ojo de los daños severos que puede causar la inflamación de la esclerótica. Si la escleritis es causada por una enfermedad subyacente, puede ser necesario el tratamiento de dicha enfermedad.
Generalmente responde al tratamiento, pero la condición podría volver a manifestarse ya que la causa suele ser una enfermedad de origen autoinmune. Si no se trata, la escleritis puede conducir a la perforación del globo ocular, que causa una pérdida de visión significativa.
El pronóstico final depende en gran medida de la causa de la condición. Son comunes las complicaciones y pueden incluir queratitis, cataratas, uveítis y glaucoma.
Por tanto, si usted padece una enfermedad autoinmune y observa que tiene el ojo rojo acompañado de mucho dolor, no dude en acudir a su especialista para poder descartar cualquier patología.
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